Esta actividad ha sido muy interesante y bastante complicada, me ha encantado y espero que os guste. ¡Suerte para adivinar mi traba!
Un viernes de julio, un joven fue elegido. Un juego, unos enemigos, unos socios y un destino.
No tiene poderes, ningún don poco común, es como nosotros, con miedos y sentimientos.
No supo el futuro, el misterio, el conflicto del juego. Sólo llegó y no lo vio venir, no estuvo en sus mejores condiciones pero lo intentó. Luchó con todos sus conocimientos, su instrucción dio sus frutos, no los que esperó, pero sí los que necesitó.
Tuvo que ser cruel, intentó sobrevivir, debió morir o ser el vencedor.
Vencer fue lo que deseó, se lo propuso, no pudo ser vencido, no en ese momento. No fue sencillo, fue metódico, morir con honor en un juego es suficiente.
Un juego desconocido, ilógico pero que supuso el destino del mundo, de nuestro mundo, el que conocemos y no queremos perder.
Vivió quince inviernos y nueve meses. Muy poco, fue el joven elegido, el débil pero el definitivo.
Es su juego, su futuro, el futuro de todos nosotros.
Murió por vencer en el juego, terminó con el destino del fin del mundo. Seguimos vivos por él, sin reconocimiento. No conocen sus decisiones ni su muerte.
Fue un guerrero, luchó por nosotros y nos defendió. Su muerte lo llenó de dolor y conmoción, hubo un explosivo que terminó con él y con todo el dolor del mundo
Sus recuerdos se fueron de su mente. Lo único que quedó de él fue el fuego en sus ojos, un fuego que no puede ser herido, que no muere.
Dicen que sigue vivo, oculto en el profundo pozo del destino, del perder.
Es su juego, su reto, su destino, su decisión.
De él depende todo. No es el fin, sólo es el comienzo. Él fue el primero de muchos, pero el fin no se detiene por ningún elegido, el juego empezó.
Esperemos que termine pronto porque puedes ser tú el siguiente.
Habéis adivinado mi traba?
Efectivamente, no tiene la letra A, espero que os haya gustado. ¡Hasta la próxima!
